Psicofármacos que matan y denegación organizada
https://amsm.es/2016/07/31/psicofarmacos-que-matan-y-denegacion-organizada/
Peter C. Gøtzsche
Editorial: los libros del lince. Barcelona, 2016
422 páginas
Editorial: los libros del lince. Barcelona, 2016
422 páginas
En un panorama saturado de propaganda pseudocientífica, donde adultos
y escolares mejoran su producción con nuevas anfetaminas
sofisticadamente caras, los antidepresivos triplican sus ventas en poco
más de diez años y los antipsicóticos amplían mercado en ancianos y
niños, este texto señala, como en el cuento de Andersen, que el
emperador está desnudo, aunque casi nadie se atreve a decirlo. Lo que
nos cuenta Gøtzsche en su libro no es nuevo, ya lo han argumentado
psiquiatras como Peter Breggin, Sami Timimi o Joanna Moncrieff y
psicofarmacólogos como David Healy, pero el material que aporta el danés
a este debate es de muy buena calidad.
Peter
Gøtzsche no es psiquiatra, es médico y Máster de Ciencia en Biología y
Química. Fue director del Nordic Cochrane Center y actualmente es
catedrático de Diseño y Análisis en Investigación Clínica en la
Universidad de Copenhague. Esta mirada no psiquiátrica y experta en
investigación es la mayor fortaleza de su texto. En él, Gøtzsche realiza
un análisis concienzudo de los hallazgos que han sostenido la creencia
en la eficacia de los psicofármacos, su lugar privilegiado en el
tratamiento de los problemas mentales y su aparente inocuidad. Durante
su empeño, a veces se pregunta cómo los psiquiatras hemos dejado que las
compañías farmacéuticas tomen el control de nuestra disciplina y
determinen cómo han de ser tratados nuestros pacientes.
A lo largo del texto, Gøtzsche despedaza cuidadosamente la
metodología de los ensayos clínicos aleatorizados que ha financiado la
industria farmacéutica para que se aprueben sus productos y
comercializarlos. Señala, de forma didáctica, los
errores de diseño de los estudios, reclutamiento, enmascaramiento, cómo
se realizan las comparaciones con placebo, medidas de eficacia,
abandonos… Y así lo hace con los antidepresivos, antipsicóticos,
estimulantes, “estabilizadores del ánimo”… y su empleo en las personas
diagnosticadas de los distintos trastornos mentales. Pone de relieve
cómo estos ensayos se diseñan para intentar demostrar una eficacia a
corto plazo y que, convenientemente, no se focalizan en sus efectos
adversos ni pueden dar cuenta de una mejora de la calidad de vida a
largo plazo. Gøtzsche se toma la molestia de discriminar todos estos
aspectos y poner sobre el papel los datos, también en términos de daños y
muertes que son alarmantes, relacionados con el uso actual de los
psicofármacos. Todo este análisis podría parecer arduo, y probablemente
lo sea porque no se renuncia a la precisión y a la fundamentación
bibliográfica de los argumentos, pero la prosa que lo conduce es ágil,
llena de ejemplos y anécdotas que propician una lectura entretenida.
Gøtzsche ha empleado sus vastos conocimientos en investigación para
cuestionar lo establecido. En sus dos libros anteriores, primero destapó
el fabuloso y dañino negocio del cribado del cáncer de mama con
mamografías y en el segundo, “Medicamentos que matan y crimen
organizado”, diseccionó el entramado de corrupción de la industria
farmacéutica y las muertes que provoca. Esto ha supuesto que tenga
muchos detractores que, en este caso, le acusen de ir contra la
psiquiatría. Como he apuntado, Gøtzsche no es psiquiatra y esto le
proporciona una ingenuidad que le permite acercarse de forma
privilegiada a nuestra peculiar disciplina, sostenida por evaluaciones
subjetivas, diagnósticos por consenso y tratamientos supuestamente
“validados empíricamente”, pero de los que desconocemos a la postre cómo
y por qué pueden funcionar. Pero esta ingenuidad también resulta un
lastre en alguna ocasión. En su demonización fundamentada del uso actual
de los psicofármacos, se echa de menos la experiencia clínica con
problemas mentales graves que matice sus afirmaciones y que no le lleve a
idolatrar la psicoterapia como la salvadora de los pacientes (sin
pasarla por el tamiz crítico que emplea con la medicación).
Evidentemente, el problema de la atención en salud mental no es una
cuestión dilemática de rango técnico: pastillas o psicoterapia, malos o
buenos. Pero no nos confundamos, el valor y el objetivo de este libro es
poner el dedo en la llaga, no curarla.
En ese sentido, estamos ante una magnífica crítica, fundamentada y
pormenorizada de la psiquiatría biocomercial, del daño que provocamos
con un empleo de los psicofármacos excesivo, pretencioso e irreflexivo.
La industria farmacéutica ha secuestrado el pensamiento psiquiátrico y
los profesionales somos partícipes con una práctica incondicional que
resulta perjudicial para los ciudadanos. Gøtzsche nos ayuda a tomar
conciencia de que la buena intención es insuficiente y la ignorancia (o
la fe, que a veces es lo mismo) resulta muy peligrosa cuando
prescribimos psicofármacos. De modo que tenemos que ser más escépticos y
cautos, la vida de nuestros pacientes está en juego.
Alberto Ortiz Lobo
Nessun commento:
Posta un commento